La sociedad poblana atraviesa actualmente por un periodo plagado por presencia “inflamada” de encuestas que, en esta etapa pre electoral, pretenden oficializar a X o Y aspirantes o movimientos como los mejor posicionados en Puebla, rumbo al 2024.

Lo cierto es que esta “encuestitis” no es más que un burdo esfuerzo pagado por “persuadir” al electorado sobre las preferencias políticas, en una época en la que la gente difícilmente se sincera ante un desconocido o a una grabación, para decir abiertamente dónde está su corazón político.

Y es que estos últimos días, en Puebla, no paran de aparecer notas informativas o incluso “encuestuits” sobre determinados personajes que se dicen a la cabeza de los estudios demoscópicos, muchos de ellos pagados por ellos mismos a la casa encuestadora que los presenta.

Se sabe que esta estrategia no es nueva y está enfocada a generar un efecto bandwagon o en ola con el fin de influir en la toma de decisiones, ya que las y los ciudadanos al percibir una tendencia como ganadora pueden sentir que su opinión ya no importa, lo cual los lleve a abstenerse de participar o incluso unirse a ésta.

Pero, además, estas “tendencias cuchareadas” no solo afectan a los ciudadanos, sino que además llevan a los personajes que en ellas participan al autoengaño, ya que hasta ellos mismos pueden creer que van por buen camino político, cuando el pulso, cara a cara con la gente, es otro.

Desde luego, no se trata de desacreditar el profesionalismo y trabajo de todas las casas encuestadoras, muchas de las cuales actúan con ética y respeto en esta labor tan seria de ofrecer tendencias e información valiosa sobre las preferencias del electorado, a partir de fotografías del instante.

Desafortunadamente, hoy por hoy, hay muchas empresas que prefieren entrarle a este juego sucio y a “armar” montajes de fotografías al mejor postor. De esta manera es que en varias de las encuestas actualmente publicadas podemos ver una clara influencia en la formulación de las preguntas o en la selección de la muestra de manera que los resultados favorezcan a un aspirante o movimiento en particular. Esto distorsiona la percepción pública y socava la integridad del propio proceso.

La proliferación de este tipo de encuestas también contribuye a la desinformación y la polarización en la sociedad. Cuando se divulgan encuestas sesgadas o poco fiables, se genera confusión entre los ciudadanos, lo cual aumentar la división política. Además, esta manipulación es utilizada como estrategia para sembrar discordia y desconfianza en el proceso, socavando la confianza en la democracia misma.

Pero, sobre todo, creo que el enfoque excesivo en encuestas de popularidad distrae a los aspirantes y a la opinión pública de los temas importantes y las verdaderas propuestas a la ciudadanía. Los aspirantes están centrando sus esfuerzos en empujar estudios a modo, en lugar de presentar planes concretos y soluciones a los problemas que enfrenta la sociedad.

Este es el verdadero peligro que entraña la “encuestitis”, ya que vuelve superficial el proceso democrático, convirtiéndolo solo en gráficas de vanidad, al priorizar la imagen sobre el contenido.

Hoy, veamos las encuestas como lo que son, valiosas fotografías del momento, pero no son bolas mágicas para predecir el futuro. Hoy el grupo en el poder, encabezado por Morena, echa campanas al vuelo, diciendo que llevan la delantera, cuando los números reales de votos en Puebla en el pasado proceso electoral de 2021, dicen lo contrario. La suma de votos de PRI, PAN y PRD fue de más de 1 millón 37 mil, mientras que para ellos fue de un poco más de 725 mil.

Por ello, desde el PRD, nos pronunciamos a seguir trabajando de cara a la ciudadanía y a medir el pulso con lo que la gente nos dice de frente y viéndonos a los ojos; es así que seguiremos yendo a sus colonias o comunidades y nos seguiremos tomando el tiempo de escucharlos, pero además de sumarlos a nuestro equipo a través de las coordinadoras locales.

Ellos, la gente de a pie será la que defina el futuro y lo hará con lo que sí pasa en sus casas, en las calles, en sus comunidades, en el estado y en el país; una realidad que difícilmente podrá capturarse en una encuesta.

-Con información de la columna de Carlos Martínez Amador para El Sol de Puebla.