En México se viven momentos de gran relevancia, ya que todo parece indicar que para el 2024 la contienda electoral por la Presidencia de la República se dará por primera vez entre dos mujeres. Ellas representarán a las dos principales fuerzas políticas del país, lo cual garantiza que las y los mexicanos tendremos a una mujer como primera mandataria de la nación.

Este es un hecho de gran relevancia, ya que las mujeres mexicanas han luchado por muchos años por la igualdad de derechos, pero también por el acceso a posiciones de poder y de decisión que permitan que la visión femenina tenga cabida.

Recordemos el hito que representó en la nación la promulgación de la reforma que otorgó el derecho al voto a las mujeres el 17 de octubre de 1953. Este logro fue resultado de una intensa lucha. Durante décadas, las mexicanas se organizaron, protestaron y abogaron por su derecho a participar plenamente en la vida política del país. Finalmente, su perseverancia y dedicación dieron sus frutos.

A medida que las mujeres ganaron el derecho al voto, también ganaron la capacidad de influir en la elección de sus líderes y en la dirección del país. Esto ha llevado a un mayor énfasis en la consideración de cuestiones de género en la política mexicana y a un reconocimiento más amplio de los problemas que enfrentan las mujeres.

En la actualidad, México cuenta con un número significativo de mujeres en cargos políticos de alto nivel, incluyendo gobernadoras, senadoras y diputadas federales e incluso al frente del Poder Judicial. Esto no solo refleja la diversidad en la toma de decisiones, sino que también permite una mayor consideración de cuestiones de género en la formulación de políticas públicas.

Sin embargo, la presidencia de la República seguía siendo un gran pendiente, situación que ya se había visto materializada en países de América Latina como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá y Perú.

Por ello es que, sin importar que bando sea el que impulsemos, todas y todos los mexicanos debemos alegrarnos, ya que esta posibilidad no solo refleja un progreso político, sino también una transformación social en la que se valora y reconoce la capacidad de liderazgo de las mujeres.

Desde luego, esto envía un mensaje importante sobre el compromiso de México con la igualdad, demuestra que el país está dispuesto a dar pasos significativos para abordar la desigualdad de género y garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres en todos los aspectos de la sociedad.

Asimismo, se aporta una perspectiva diferente a la toma de decisiones políticas. Las mujeres a menudo enfrentan desafíos y experiencias únicas que pueden influir en las políticas de manera positiva. Esto incluye cuestiones como la igualdad salarial, el acceso a la atención médica y la educación, así como a la prevención de la violencia de género.

Es así que desde el PRD Puebla aplaudimos esta nueva etapa a la que ha entrado México, la cual sin duda será la fuente de inspiración para las generaciones futuras de mujeres mexicanas. La elección de una mujer presidenta empoderará a más mujeres a participar en la política, postularse para cargos públicos y ser activas en la toma de decisiones de su comunidad y país. Esto conducirá a una sociedad más equitativa y representativa.

Por ello, no resta más que esperar que la contienda 2024 por parte del frente morenista esté a la altura de las circunstancias para que gane el perfil mejor preparado, pero sobre todo el tenga la mejor propuesta para el país, que no me queda duda será el de Xóchitl Gálvez, desde el Frente Amplio por México.

-Con información de la columna de Carlos Martínez Amador para “El Sol de Puebla”