Poco después de las 4:15 de la madrugada de este martes ingresó en la órbita del planeta rojo Hope, la misión enviada por Emiratos Árabes Unidos, la primera de un país árabe.

Lo hizo después de llevar a cabo una compleja maniobra de frenado para poder ser capturada por la gravedad del planeta.

Y en los próximos días se espera que lleguen otras dos sondas espaciales para estudiar su geología, su atmósfera y buscar posibles signos de vida, como bacterias.

La cercanía de fecha se debe a que las tres misiones aprovecharon una “ventana” que ocurre cada cierto tiempo en la que la distancia entre Marte y la Tierra es menor.

La separación entre los dos planetas cambia constantemente debido a sus diferentes velocidades cuando orbitan alrededor del Sol, por lo que el mejor momento para lanzar misiones que requieran la menor cantidad de combustible ocurre una vez cada 26 meses.

Pero al igual que con cualquier misión a Marte, las tres naves espaciales enfrentan desafíos tremendos, incluidos los infames siete minutos de terror“, el tiempo que tarda una nave espacial en bajar desde la parte superior de la atmósfera del planeta al suelo.

La mitad de todas las misiones anteriores al planeta rojo terminaron en fracaso.

Entonces ¿cómo esperan los científicos lograrlo esta vez? Y ¿qué buscan investigar?

La histórica primera misión de Emiratos Árabes a Marte despegó de Japón en julio del año pasado.

Y el éxito de la maniobra para ingresar en órbita fue anunciado en vivo por televisión y por las redes sociales por el director de la misma, Omran Sharaf, desde la sala de operaciones del Centro Espacial Mohamed bin Rashid de Dubái.

La sonda explorará la atmósfera del planeta rojo, algo que no se ha hecho en ninguna misión anterior a Marte.

En particular, los científicos creen que puede contribuir a nuestra comprensión de cómo el planeta perdió gran parte de su aire y, con él, gran parte de su agua.

A diferencia de las misiones chinas y estadounidenses, Hope no aterrizará en Marte, sino que se quedará en órbita en el planeta durante al menos un año marciano, o 687 días.

Se espera que sus datos comiencen a llegar a la Tierra en septiembre.